Tuvo que salir por patas. El despertador no sonó. Mejor dicho, el despertador ya había sonado tres horas antes. Se levantó como un resorte. “No no no” pensó. Únicamente “no”. Una y otra vez. El plan que desde hacía tanto tiempo había construido comenzaba hoy. No se va a arruinar por una trasnochada que terminó en la mañana. “No, no, no.” El desayuno no existió, no había espacio ni tiempo para él. Si lo hubiera habido, el café hubiera salido volando por los aires por las prisas. La lengua se hubiera quemado por el intento de tomarlo a las carreras. Por eso ni lo hubo, había que concentrarse en lo primordial. Lo que había que organizar, ya estaba organizado. Únicamente había que seguir el plan, la lista. Fue algo que le resultó sencillo, aún en ese estado, desvelado y con resaca. “No no no” Una y otra vez. “Hoy de que me voy me voy, vale madres cómo.” En menos de veinte minutos tenía la maleta lista y estaba dispuesto a partir a ese viaje que había planeado con tanta antelación. Ver otras cosas, oler otros aires, buscar nuevas musas. Ampliar su mente y su horizonte. Viéndolo así, el viaje que comenzó hoy se ve prometedor: Si comenzó emocionante, emocionante será.
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