El avión
no tenía fallas. Las fallas las tenía otro al parecer. Y eso que en
su perfil de facebook se veía alegre, viajero, sonriente.
¿Es a lo
que se ha llegado?
Una de las
aerolíneas más seguras del mundo perdió un avión. “Qué raro”,
fue lo primero que pensé, que específicamente a los alemanes se les
haya escapado una falla técnica. Digo, es sabido mundialmente el
nivel de ingeniería que manejan. No por nada los autos alemanes son
de los más vendidos mundialmente.
“¿Cómo
es que se les escapó una falla técnica? ¿Una pieza desgastada? Me
parece muy raro, y para colmo un trayecto tan frecuentado como el
Barcelona – Dusseldorf.”
Hoy un par
de días más tarde, la impresión que se había comenzado a
apaciguar no solo retomó fuerza, sino que se incrementó
exponencialmente. Y se convirtió en estupor, ira y náuseas.
Los
desperfectos técnicos quedan descartados. Los ingenieros hicieron
bien su trabajo.
La falla
no fue mecánica, el error tampoco fue humano. Había algo
descompuesto en ese avión, y ese algo fue una persona. Una persona
con responsabilidad y poder, para terminarla de joder.
Una
persona que, no sé por qué razones, jugó a ser Dios, jugó a
determinar entre la vida y la muerte no solo de él sino de los que
estaban a su cargo. ¿Por qué? No se sabe.
Tristemente
no es el primero ni creo que sea el último que se cree con el
derecho de embarrar a los demás de su podredumbre y, seguramente,
miserable vida. ¿Cómo? Repartiendo muerte.(1)
Sin embargo, es de
enchinar la piel el hecho de que éste es el primero en convertir su
trabajo en arma, de tener los medios y el poder suficiente para pasar
de ser un prestador de servicios a asesino.
No lo
puedo entender. ¿Esta es la evolución que estamos teniendo como
especie? ¿Llegar al punto de decir, como niño que al no poder
tener una golosina la tira al suelo de berrinche, si yo no tengo
felicidad nadie la tendrá?
¿A esto
se han encauzado las palabras de aliento que nos daban los padres al
crecer? “Hijo, tú eres especial. No eres como los demás. Tú vas
a llegar lejos, vas a ser exitoso.” ¿Qué pasa cuando nos damos
cuenta que no somos tan especiales ni exitosos?
¿De esto
nos sirven las “nuevas” tecnologías? Hace diez años nadie
hubiera pensado que la red estaría inundada de superestrellas
narcisistas. Fotos por aquí, fotos por allá, entérense de donde he
estado de viaje, y de lo que he comido. Sígueme y te sigo.
Pero para
ser superestrella se necesita de un séquito de seguidores que te den
fama. Y hoy en día, millones luchan por fama.
Todos
cargamos un ego que se ha convertido en un monstruo vicioso. Yo y
nadie más.
Y lo que es peor:
Yo o nadie.
Espero que
sea mi percepción por el día desolador, pero ¿quién puede
descartar que, lo que fue la amenaza del terrorismo a principios de
siglo, no sean los grandes egos frustrados en los años venideros?
Aquellas superestrellas que viendo su ego lastimado decidan apagar su
vida de la forma más escandalosa posible. Cerrar el telón de la
forma más espectacular, aunque eso signifique quemar a la audiencia,
y todo el teatro.
Esta es mi muy personal forma de lidiar con los hechos y el tratar de entender tanta vileza y daños provocados. Mi pensamiento está con las familias.
(1) Me viene a la cabeza la matanza del año pasado en California: http://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_en_Isla_Vista_de_2014