Las imágenes son borrosas, difíciles de descifrar, demasiado abstractas. Se funden, se mueven de forma demasiado brusca. Son de mala calidad, tienen una textura de líneas sobre ellas. Los colores demasiado teñidos. El sonido es pésimo, pero es mejor así. El viento acaparó los micrófonos, bloqueó gran parte de los demás ruidos, y realmente fue mejor así. En la secuencia de imágenes se ven piernas correr, personas en el suelo, todo esto iluminado por una fuerte e irregular luz amarillenta.
Esto es demasiado, es algo demasiado fuerte.
Esto es demasiado, es algo demasiado fuerte.
No las han dejado de repetir, y ésta es la versión censurada. La que pasan en las noticias, la que estos hombres están viendo en esa televisión vieja de mala definición. Para ver la versión sin censura hay que buscar en internet, no es nada difícil, en un minuto cuando mucho uno ya la habrá encontrado en uno de esos portales de videos que no son de los más comunes. En esos videos se ven muertos, se les ve mientras mueren. Se ven los restos de carbón. Y también se les ve cuando aun tienen esperanza de salir con vida, antes de ser devorados por las llamas.
La cámara tiembla, sube, baja, se agita y finalmente cae al suelo.
“Es una tragedia de gran magnitud, las autoridades trabajan a marchas forzadas con tal de esclarecer las razones del siniestro. Aún no se conoce el número definitivo de víctimas mortales, aunque se sospecha que pueda alcanzar el medio millar. Ahora hacemos un enlace con nuestra compañera Rosalva Carrasco que se encuentra en la central de respuesta inmediata que los servicios de emergencia montaron en el lugar de los hechos para que nos dé más detalles de este trágico....”
La voz sigue surgiendo de los parlantes de la televisión mientras estos hombres, frente al viejo aparato se ven con preocupación unos a otros. ¿Qué hacemos?, es la pregunta obligada que alguno de ellos hace. Nada, no hay nada que podamos hacer, fue mala suerte, responde otro. Pero hay que tratar de reducir el impacto, añade un tercero. Después de mucha discusión, o mejor dicho de pocos pero muy intensos comentarios, llegan a la conclusión de que no hay remedio. Las cosas tomaron su cauce. Por más que intenten cambiar las cosas nada podrán hacer. Detrás de ellos hay varios cuadros, son fotografías de gran calidad que contrastan con aquel aparato retrógrada del que salen las imágenes.
El que quiera llamar la atención tiene que mostrar carne. En las fotografías que adornan las paredes de esa habitación se ve carne, carne firme, piel que se presume tersa, pechos bronceados apretujados en una camiseta sin mangas, las piernas largas y delgadas y un short corto que tapa únicamente media nalga. Un abdomen firme y plano complementa ese rostro de labios carnosos y entreabiertos, nariz respingada y ojos somnolientos. La intención era despertar el deseo de los hombres. “Sí hay algo que me gusta, es que me den la Grande”, se lee en letras algo ovaladas de color crema delante de aquella apetitosa fémina retratada, y en la esquina inferior derecha aparece el logotipo que estos hombres intentan posicionar: 'Cerveza La Grande, la mejor de las cervezas. Calidad de exportación.'
“... regreso con ustedes al estudio. - Muchas gracias Rosalva. Bueno acabamos de escuchar las últimas informaciones que han surgido respecto a la tragedia. ¿Qué le parece si hacemos un recuento de lo que se sabe hasta el momento?
El día de hoy se llevó a cabo en el lugar de los hechos un festival musical, uno de los llamados raves de música electrónica. Se cree, según datos de los organizadores, que en el lugar se encontraban alrededor de dos mil personas. Como parte de la fiesta se instalaron fuegos artificiales, los cuales, y esto es lo que indican las primeras investigaciones, que, cabe resaltar, aún se llevan a cabo, se salieron de control. Al parecer como parte de la presentación de un dj de renombre internacional se encendieron los fuegos artificiales que se salieron de control y provocaron esta lamentable tragedia. Estamos en contacto con nuestro colega Fernando Acosta quien se encuentra a las afueras de la clínica a donde han sido.....”
Los hombres se lamentan, hablan por teléfono, plantean soluciones, sufren por las pérdidas. No hay nada que se pueda hacer realmente, se repiten a si mismos. Es mucho el dinero gastado en vano. Es posible que pierdan su trabajo por algo que no estaba en sus manos. Pero es que calcular los riesgos es parte también de su trabajo, les dirán. Les pareció el evento perfecto para posicionar la campaña del cliente: público juvenil, ambiente festivo, gran impacto....
El ambiente estaba en su punto, la gente prendida, la música espectacular, el terreno lleno. Él tenía poco de haber llegado al rave, estaba drogado, por eso se decidió a grabar como loco la fiesta y más cuando empezó a tocar Robert Stevens. En ese momento, cansado de que gente se amontonara frente a la cámara a hacer muecas, se fue acercando al escenario lo más que pudo. Intentó hacer zoom a Stevens para ver como hacía su trabajo en los tornamesas. Mientras estaba tocando su éxito del momento empezaron los fuegos pirotécnicos, la gente se encendió, hubo gritos de euforia, sonaron los silbatos, la multitud estaba en éxtasis. Y empezaron los primeros gritos de pánico, la cámara captó como Stevens dejó el escenario en seguida para refugiarse. Giró la cámara a la derecha del escenario y vio como las llamas se abrían camino entre la multitud, ésta corría despavorida intentando escapar. Detrás de las llamas se podía identificar aún un cartel publicitario con una chica de labios carnosos y entreabiertos, nariz respingada y ojos somnolientos. El fuego se esparció a gran velocidad, gente comenzó a arder, en pánico corrían aterrorizados y atropellaban a otros que por lo tanto también se incendiaban, algunos caían pronto otros corrían y seguían corriendo envueltos en flamas contagiando a otros en su camino. En poco tiempo él tuvo que comenzar a correr por su vida, sin éxito. La cámara tembló, subió, bajó, se agitó y cayó al suelo. Al caer al suelo enfocó una imagen del fondo, en la que se reconocen dos bronceados pechos apretujados en una camiseta y delante de ellos se lee “...es que me den la Grande” mientras que delante de ésta se ve de forma borrosa arder al camarógrafo.
Este es el video que han repetido y repetirán todos los medios cada vez que se hable de esta tragedia.
La foto de aquella modelo, que debía ser la imagen de la nueva marca de cerveza, terminó marcada y siendo la imagen de la tragedia donde murieron quemadas quinientas personas. Como era de esperarse el lanzamiento de la nueva cerveza fue un rotundo fracaso y desapareció del mercado unos meses más tarde.
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