21.8.10

Sentimientos y símbolos

Hay que escribir de forma garigoleada lo que tenga mucho valor, lo que impresione a muchos. ¿Por qué decir con una sola oración lo que se puede decir con cuatro? Ahora que si lo que lo impresiona a uno vaya a impresionar a todos es otro cuento. Sí, el cuento que uno vive, puede ser uno completamente distinto al que comprenden los queridos lectores. Y eso si es que uno tiene queridos lectores. Uno quiere tener algo que contar, una bonita historia, un buen cuento, un cómico relato. Pero, ¿de qué sirve? ¿Vale la pena contar lo que le ha pasado a uno? ¿O es acaso más importante contar como vivió o como sintió uno lo que le pasó? Más que el hecho en si, la experiencia que deja ese hecho.

El transmitir sentimientos por medio de símbolos es una tarea muy difícil. Contar historias no lo es tanto, sin embargo hoy en día hay muchas formas de contar: cine, música, fotografía. Pero solo hay una tan pero tan sutil y capaz de meterse en la mente del receptor como la lectura. Si uno encuentra el ritmo e intensidad adecuados y logra acomodar las palabras de tal forma que simplemente al leerlas al lector lo invada un sentimiento, uno puede recrear la experiencia vivida durante el hecho narrado de nuevo en la mente del lector. Pero, por supuesto, el lector debe de estar dispuesto a ser hospedero de esa recreación. A cambio no solo recibirá una historia narrada, sino que ésta será también acompañada por sentimientos y estados de ánimo.

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