19.11.10

Un relato de miedo I

“La historia que voy a contar sucedió ya hace algún tiempo. Eran otros tiempos, sin embargo sucedió en esta misma ciudad. Ya había muchos de los palacios, que hoy se conocen como casonas. En aquel entonces radiaban, su mármol fino, sus trabajadas fachadas, hoy están grises y descuidadas, decrépitas, así como yo. No me mires con tanta repugnancia. ¿Qué nunca te lo han contado? ¿Nunca te lo han dicho, criatura insolente? Como te ves me vi, y como me ves te verás. Sí, así, sin dientes y con aliento fétido. Así me toca ser ahora, antes en mi juventud tenía más vigor que muchos de los jóvenes de hoy en día, pero en fin, son otros tiempos.
La historia, como decía, sucedió en esta misma ciudad, eran otros tiempos, la gente era diferente, no sé si para bien o para mal, era simplemente distinta. Pero aún así lo que te voy a contar te atañe tanto a ti como a todos nosotros.
En aquel entonces yo trabajaba en la parcela de mi abuelo, no existía eso de ir a la escuela. Lo que uno aprendía desde chico era cómo conseguir comida para si y para los suyos. Mi madre trabajaba de cocinera en uno de los palacios de esa ciudad tan reluciente, tan nueva, tan moderna para aquel entonces. Aquel entonces, se escucha raro, como decir que el tiempo que ha pasado de aquella memoria a este relato fuera tan poco, tan contable, pero la verdad es que fue hace una eternidad, hace una vida. Eso fue hace tanto tiempo, que mi salud y mi felicidad quedaron en el camino. Aquel entonces... tú ni tienes idea de lo que estoy hablando criatura ingrata.
Los ojos hundidos en las cavidades del cráneo, la piel ceniza y arrugada, los labios marchitos de esa boca sin dientes. La voz temblorosa que, poco a poco, con muchas pausas y varios desvíos, comienza a contar aquella historia. Una historia poco creíble, con muchos atajos y muchos laberintos. Una historia fantástica, una historia de abuelo. Pero ese anciano no es tu abuelo. Ese anciano no parece ser nada de nadie. O quizá es lo contrario, el pariente olvidado de todos nosotros, que de un momento a otro reaparece demandándonos lo que es suyo, nuestra atención, nuestro tiempo; por lo tanto, demandándonos nuestra juventud.

CONTINUARÁ

No comments:

Post a Comment