31.10.12

Máscaras


Esto no es una tienda mas lo parece. Infinidad de niños entran para peinar los pasillos repletos de chucherías y productos baratos. Sin embargo también hay los artículos de calidad y precios altos. Cada cierto tiempo un nuevo grupo de infantes entra a ese local mal iluminado. Entran con gran alboroto y rápidamente se dispersan por los pasillos. Buscan máscaras y disfraces. Colores, capas abrigos, armas, cuchillos, ballestas, sierras eléctricas, y en alguna ocasión una enfermedad incurable. Mientras más pasa el tiempo más infantes transformados van saliendo de los pasillos. Aparecen bomberos, asesinos en serie, vaqueros muertos, momias, jugadores de hockey, monstruos de película, aquellos que en algún momento fueron personas pero cuya humanidad quedó en el camino. Cada vez más y más son los críos que, después de estudiar lo que había en esa bodega, van reapareciendo tomándose su papel muy en serio. Con miradas de asesinos, con la fortaleza y el olfato de un lobo, con la sed de sangre de un conquistador.
Se acercan cada vez más a su ideal: el monstruo que les gustaría, que quieren ser. Cuando están satisfechos con su apariencia, abandonan el local. Las bandadas de niños con máscaras se dispersan por todo el barrio, ciudad, mundo. Harán de las suyas según el disfraz que escogieron. Aquel bombero apagará incendios, el doctor curará enfermos, el mercenario blandirá su espada a cambio de monedas, el asesino robará vidas, muchas si su plan es ser serial. Aquellos que decidieron ser monstruos, lo serán, cada vez más instalados en sus roles que en algún momento ya no podrán abandonar. Algunos serán descubiertos, indudablemente, ¿qué clase de monstruo, qué tipo de ser pudo hacer eso?, dirán los otros, los doctores, los oficinistas, los “normalitos”. 
Es un proceso natural e incesable. 
Año con año nuevas generaciones escogen una máscara y se comportarán de acuerdo a ella. 

¿Tú por qué máscara te decidiste?

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