10.5.10

Se busca Musa

¿Qué hacer cuando no hay musa que inspire? ¿Buscar a una? ¿Tirar cuaderno y bolígrafo a la basura? Todo con tal de no sentirse mal por hacer de las páginas del cuaderno un instrumento inútil?
Tal vez para no sentirse tan mal, uno debería hacer aviones de papel, así todo el papel por lo menos serviría de algo. Pero ¿se necesita de una musa para inspirarse a hacer un avión? Habría que preguntarles a los ingenieros. Si sí, la cosa está más jodida de lo que pensaba.
Ayer en la tarde salí a la ciudad a preguntarles a las chicas guapas que me encontrara si alguna de ellas quería ser mi musa. Alguna vez ya había hecho lo mismo, pero de noche. Los resultados fueron catastróficos, pues en los bares y locales a los que me metía a buscar, todas las posibles candidatas me tachaban de borracho acosador. ¿Y quién se los puede tomar a mal? De pronto en un bar se acerca un hombre que no conoces, te mira bonito y te pregunta: “¿Quieres ser mi musa?” De por sí tuve suerte de no haber recibido violencia como respuesta.
Por eso es que ayer decidí salir a buscarla a plena luz del día, en lugares más familiares y con resultados todavía más penosos. Una chica estaba en la banca de un parque disfrutando de una lectura. Ya la había visto desde la lejanía, y me parecía una seria candidata. Me le quedé viendo a lo lejos y muy lentamente me fui acercando. Ahora que lo veo en retrospectiva, algo me ha fallado en la forma de comportarme al hablarles, porque sí, lo acepto, como me comporté ayer con esta chica fue como un acosador depravado. Y la verdad es que a la hora de juntar todo mi valor para hablarle resulté ser un acto tragicómico. Me le acerqué y le dije:

– Hola–
– Hola– Contestó ella un poco sorprendida, y creo que yo esperaba que me dijera algo más porque guardé todavía como diez segundos de silencio antes de seguir con la “conversación”.
– Oye, de seguro te lo dicen a cada rato, pero estás bien guapa –
– ¡Gracias!– hasta ese momento todo estaba bien, todavía había algo de coquetería en el aire. Pero después dije:
– ¿Oye no quieres ser mi musa? –
– ¿Perdón? ¿Tu musa? –
– Sí, es que ando buscando una musa –
– Ahh pero no estaría mejor primero conocernos un poco y así puedes decidir si realmente quieres que sea tu musa, ¿no?– lo dijo divertida coqueteando un poco.
– No, no me interesa conocerte. Ando buscando una musa que me ayude a sacar toda la inspiración que traigo dentro. –Y he aquí el parteaguas. Después de una respuesta tan estúpida la bella chica cambió su expresión por completo y ese coqueteo que tenía en la mirada fue cambiado por una aversión muy latente. Después de haberme dado cuenta que había metido la pata, traté de arreglar las cosas.– Osea no es que no te quiera conocer, la verdad me encantaría. Pero realmente quiero que seas mi musa y siendo mi musa nos podemos conocer más.–
– Como que te falta tacto para tratar a las personas.–
– Sí, lo sé, discúlpame no quería ofenderte ni nada por el estilo. Mira, para que veas cuanto lo siento acompáñame atrás de los arbustos del fondo y te voy a hacer toda una poesía.–
– ¿Qué? ¿Una poesía?– y a partir de aquí ya no había vuelta atrás.
– Sí o un cuento o sí quieres... hasta un drama. Es que me inspiras y quiero demostrarte lo que puedo hacer con tu inspiración. ¡Créeme que será toda una obra de arte! – y todavía reí un poco para relajar el ambiente de nueva cuenta.
–¡Aléjate de mí, maldito enfermo! O llamo a la policía.–
–Tranquilízate por favor, estás interpretando todo mal, no estoy enfermo, sólo ando en busca de una musa que me ayude a hacer cosas hermosas.......– en ese momento fue que me roció en el rostro el gas pimienta que traía en su bolso. Ya no pude seguir argumentando con ella, el cuaderno y el bolígrafo cayeron al suelo y cuando pude volver a ver ya estaba sentado en la patrulla. Ahora ya estoy registrado como un acosador sexual y todo por andar buscando una musa. Pero no me doy por vencido, si alguna está interesada favor de comunicarse.

2 comments:

  1. Excelente cuento. Inicié a leerlo por curiosidad con prisa pues tenía una cita. Tuve que terminarlo, cagándome de risa

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