3.3.11

El atajo

¿Qué quieres que te diga? Así se dieron las cosas. Los planes, los sueños todo se quedó en el camino, que de por si no fue tan largo como uno se imaginaba. Pudo haberlo sido, pero la pereza y la cobardía pudieron más que el interés y el espíritu aventurero. Uno pensaría que bien por el hecho de tomar atajos uno tiene ese sentido de aventura presente, pero no es verdad. La verdad es que uno toma atajos para llegar más rápido a su destino, para estar más pronto, y por lo tanto más tiempo en el destino, o porque uno quiere estar menos tiempo en el camino, porque uno no tiene el interés de estar de viaje, no tiene la paciencia para disfrutar lo que el camino le pueda tener preparado: un bello paisaje, una amistad pasajera que bien puede volverse duradera, encuentros fugaces, pláticas profundas, reflexiones, gozo.

Heme aquí sentado en este comedor a orillas de la carretera, todos llevan prisa, yo también pero me tomo mi tiempo. Veo de todo: familias que están de viaje, alguno que otro que viaja solo por cuestiones de negocios o de transporte. Los que viajan por negocios son los que más desesperados se ven, no se toman un instante para respirar profundo y disfrutar el olor a pino que se percibe en el estacionamiento, para estirar su cuerpo después de bajarse del auto. No, entran directamente a comer, a devorar para después seguir con su camino. Los choferes son todo lo contrario, tienen su tiempo planificado, saben cuánto tiempo pueden hacer pausa y lo disfrutan, ellos saben que el viajar es una parte esencial de su vida. Van de destino en destino disfrutando el camino. ¿Quieres comer como nunca? Pregúntale a algún camionero, te recomendará alguno de los locales que ha descubierto durante sus viajes.
Tú también disfrutas las sorpresas que te da el andar de viaje, si no no me hubieras hecho plática y ahora no estaríamos sentados en la misma mesa platicando como lo estamos. Me agrada y te estoy agradecido. Me has alegrado este tramo del viaje, ya no me falta mucho, ya estoy cerca de mi destino. Tú te irás y disfrutarás de los paisajes y de los encuentros que el camino te traerá, hasta que llegues a donde quieres llegar, la playa. Yo, por mi parte, tomaré mi atajo, tal vez sí soy cobarde por no querer disfrutar del camino, pero ya me decidí. Una vez que te hayas ido iré hasta el puente que cruza el río, ahí tomaré el atajo que me lleve, lo más rápido posible, a mi destino final.

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