25.3.13

Las vías del viejo




La vía parece interminable, marchas sin conocer su final. El comienzo también lo desconoces. Únicamente llegaste a ella de la nada, simplemente te cruzaste con ese camino que no lo es. Los caminos sirven para facilitar el avance, cosa que definitivamente no consigues entre las piedras, los durmientes y los rieles. Aún así es más sencillo caminar entre las dos barras de metal interminables que pisar la nieve que puede que vaya demasiado hondo. El frío se convierte en tortura, el viento en navajas que arañan tu rostro.   

El viejo sigue el camino trazado. Los rieles que en algún momento lo transportaron lejos de los suyos. Ahora intenta regresar, regresar escapando del frío. En aquel entonces se marchó en una bestia a vapor, que bramaba amenazante a cada objeto que le pudiera obstaculizar su trayecto. 
Ahora regresa a pie, ahora las bestias le braman a él, obligándolo a dejar ese camino y refugiarse en la nieve, donde no se sabe lo que uno está pisando.

El paisaje es hostil, incoloro, frío, mas no estéril. Debajo de esa nieve en algún lugar se esconde vida, como los pensamientos que se esconden también debajo de su cabeza blanca, cana.

Pareciera que haces un viaje introspectivo: Un viejo que atraviesa un paisaje marchito, canoso. Un camino que nos dificulta aún más el caminar para que sepas cómo se siente el andar de viejo. 

Preguntas por qué me refiero a ti como un anciano. La respuesta es sencilla: Porque si aún no lo eres, en algún momento lo serás. Caminarás con dificultad, tendrás la visión turbia, pero el camino bien definido. 


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