3.9.15

Aylan Kurdi


No me está gustando el rumbo que toma este blog. Cada vez escribo más esporádicamente, y cuando lo hago es por sentimientos negativos, con un ánimo acongojado. Yo sé que todo depende del cristal con que se miren las cosas. Pero así mismo yo sé que en los últimos años miro las cosas a través de un cristal oscuro (esto por problemas personales que no tienen nada que ver aquí, o por lo menos no en este texto). 

Como la mayoría seguramente, yo también vi hoy la foto del pequeño Aylan muerto en la playa. 
Me destrozó el corazón. 
No soy padre, pero tengo familiares y amigos que sí lo son, y con ellos me ha tocado ver crecer a sus retoños, me ha tocado ver la tierna etapa por la que me parece que Aylan estaba pasando. Al verlo recostado en la playa con sus pantaloncitos pesqueros y zapatitos no pude más que imaginarme como ha de haber sido en vida, utilizando esas piernitas para correr de un lado a otro, en esa rara etapa en la que se es ya sumamente seguro al caminar y correr pero teniendo aún ese modo de cachorro inseguro. Esos zapatos con velcro para que sea más fácil ponérselos. ¿Quién no ha ayudado a un niño a ponerse ese tipo de zapatos? Me parece una silueta tan familiar. Nunca lo conocí, y de seguir vivo seguramente nunca lo habría llegado a conocer. Únicamente en su trágico final tuve conciencia de él. 

Pero ¿qué es de ustedes? ¿Están tomando conciencia de él y de todo su pueblo?
No logro comprender la falta de empatía que existe en este mundo. No logro comprender la cobardía moral, la cobardía emocional que existe en esta sociedad en la que vivo.
Aprieten sus ojos cabrones, ciérrenlos con tanta fuerza, mejor sáquense los ojos para no percatarse del sufrimiento que abunda en este mundo. El hecho de sentirse privilegiado saca lo peor en los hombres, cada vez estoy más seguro de eso. Son solo buenos para escandalizarse de los cruentos actos barbáricos que comete el estado islámico, para condenarlos pero nada más, para ruborizarse pero de lejitos.
Pero los que logran huir de semejante estupidez y desperdicio humano, se enfrentan a la vacuidad humana que aquí se percata. “Este es un barrio fino, no queremos jodidos.” “Aquí estamos entre pura gente nice, entre tantos pobres nos van a pegar lo corriente.” Uno podría pensar que semejantes pensamientos clasistas, son lo que les cruzan por la cabeza a más de uno por estos rumbos.
“Pero es que nosotros no tenemos la culpa de lo que pasa en otros países.” ¿Están seguros de eso? Para no entrar en argumentos tan complicados mantengámonos en el caso del estado islámico. Ustedes son los que han fracasado como sociedad en darles una razón de ser a sus jóvenes. A sus jóvenes les ha faltado un lugar al cuál sentirse que corresponden, les han faltado valores, sentirse apreciados. Y todo eso lo han encontrado con los charlatanes del EI. ¿Cuántos desubicados han salido de aquí para luchar con los islamistas? ¿Por qué para algunos les parece lo adecuado, lo correcto ir a decapitar inocentes? Porque ustedes han fracasado como sociedad. Los padres, los maestros y la sociedad fracasaron. No les dieron ni perspectiva ni valores ni importancia, y así jóvenes sin perspectiva y sin hambre se fueron a aterrorizar pueblos y ciudades. Pueblos y ciudades dónde el hambre sí es latente, porque ustedes no conocen el hambre. Una sociedad donde por ley, al embargado no sé le puede quitar su televisión por su derecho a entretenerse, no sabe lo que son las carencias. Es una sociedad de privilegiados, y el privilegiado se vuelve comodino y rezongón, apático y materialista.
Pero en algún momento puede que lo material ya no les ayude, y ahí verán que la única ayuda posible es la proveniente de sus coterráneos. Ya bien lo dijo Kalkofe: “Es muy sencillo, simplemente trata, como te gustaría ser tratado.” Todos tenemos empatía, hay que redescubrirla y cultivarla. Y si no la encuentras, por lo menos hazte a un lado para los que, motivados por su empatía, están dispuestos a ayudar. 

26.3.15

El hombre descompuesto


El avión no tenía fallas. Las fallas las tenía otro al parecer. Y eso que en su perfil de facebook se veía alegre, viajero, sonriente.
¿Es a lo que se ha llegado?
Una de las aerolíneas más seguras del mundo perdió un avión. “Qué raro”, fue lo primero que pensé, que específicamente a los alemanes se les haya escapado una falla técnica. Digo, es sabido mundialmente el nivel de ingeniería que manejan. No por nada los autos alemanes son de los más vendidos mundialmente.
“¿Cómo es que se les escapó una falla técnica? ¿Una pieza desgastada? Me parece muy raro, y para colmo un trayecto tan frecuentado como el Barcelona – Dusseldorf.”

Hoy un par de días más tarde, la impresión que se había comenzado a apaciguar no solo retomó fuerza, sino que se incrementó exponencialmente. Y se convirtió en estupor, ira y náuseas.

Los desperfectos técnicos quedan descartados. Los ingenieros hicieron bien su trabajo.
La falla no fue mecánica, el error tampoco fue humano. Había algo descompuesto en ese avión, y ese algo fue una persona. Una persona con responsabilidad y poder, para terminarla de joder.
Una persona que, no sé por qué razones, jugó a ser Dios, jugó a determinar entre la vida y la muerte no solo de él sino de los que estaban a su cargo. ¿Por qué? No se sabe.
Tristemente no es el primero ni creo que sea el último que se cree con el derecho de embarrar a los demás de su podredumbre y, seguramente, miserable vida. ¿Cómo? Repartiendo muerte.(1) 
Sin embargo, es de enchinar la piel el hecho de que éste es el primero en convertir su trabajo en arma, de tener los medios y el poder suficiente para pasar de ser un prestador de servicios a asesino.

No lo puedo entender. ¿Esta es la evolución que estamos teniendo como especie? ¿Llegar al punto de decir, como niño que al no poder tener una golosina la tira al suelo de berrinche, si yo no tengo felicidad nadie la tendrá?

¿A esto se han encauzado las palabras de aliento que nos daban los padres al crecer? “Hijo, tú eres especial. No eres como los demás. Tú vas a llegar lejos, vas a ser exitoso.” ¿Qué pasa cuando nos damos cuenta que no somos tan especiales ni exitosos?

¿De esto nos sirven las “nuevas” tecnologías? Hace diez años nadie hubiera pensado que la red estaría inundada de superestrellas narcisistas. Fotos por aquí, fotos por allá, entérense de donde he estado de viaje, y de lo que he comido. Sígueme y te sigo.
Pero para ser superestrella se necesita de un séquito de seguidores que te den fama. Y hoy en día, millones luchan por fama.

Todos cargamos un ego que se ha convertido en un monstruo vicioso. Yo y nadie más. 
Y lo que es peor: 
Yo o nadie.

Espero que sea mi percepción por el día desolador, pero ¿quién puede descartar que, lo que fue la amenaza del terrorismo a principios de siglo, no sean los grandes egos frustrados en los años venideros? Aquellas superestrellas que viendo su ego lastimado decidan apagar su vida de la forma más escandalosa posible. Cerrar el telón de la forma más espectacular, aunque eso signifique quemar a la audiencia, y todo el teatro.



Esta es mi muy personal forma de lidiar con los hechos y el tratar de entender tanta vileza y daños provocados. Mi pensamiento está con las familias.



(1) Me viene a la cabeza la matanza del año pasado en California: http://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_en_Isla_Vista_de_2014

25.7.14

La vanidad y la masacre


Son unos nike. El modelo que salió el año pasado. Ninguno de ellos se podría dar el lujo de comprárselos, por eso la única posibilidad que les queda, si es que quieren tener unos así algún día, es robarlos. Y justamente eso es lo que están haciendo. Los zapatos serán talla cuarenta y uno, cuarenta y dos a lo máximo. Rápidamente los desatan, mientras uno o dos de ellos filman con su teléfono celular. Las armas colgadas al hombro. El grupo de hombres alrededor del cadáver recuerdan a un grupo de zopilotes o hienas o cualquier otro animal carroñero. Si ya le van a robar los zapatos al muerto, ¿por qué no robarle más? Comienzan a esculcar el cuerpo hinchado sin ningún asco, le vacían los bolsillos, le sacan la billetera, le quitan la chamarra. Se toman selfies dónde muestran la billetera abierta del pobre hombre. No se sabe quién fue, ellos conocen el nombre (este puede ser árabe, ucraniano, ruso, con los sucesos actuales hay mucho material de dónde escoger), pero no se sabe, a ciencia cierta, quién fue ese hombre que yace en el lodo con un balazo en el estómago y otro en la sien. ¿Qué hizo? ¿Quién fue en vida? ¿Qué lo caracterizó mientras vivió? Ahora solo lo caracterizan sus tenis nike que, dicho sea de paso, provocarán rencillas entre los zopilotes. La billetera tiene una foto donde el hombre posa con una mujer, abrazándola, y rodeados de tres niños, un varoncito de aproximadamente dos años y dos niñas, cuatro y siete años, quizás. 
Esa foto será ultrajada una y otra vez al ser publicada una y otra vez en facebook. “Aquí de compras.” “Igual, si ya no la necesita.” “konsigiendo nuebas kozaz.” El trofeo presentado por cada uno de los hombres de aquel grupo a través de selfies que no se tardarán en subir a internet. 

Después del armonioso saqueo y del alarde en internet, vendrán las rencillas para decidir quién se queda con que parte del botín. Para su mala suerte, cuatro hombres calzan talla cuarenta y uno y todos desean lucir unos tenis nike, para presumirlos en las calles llenas de escombros de aquella ciudad destruida por el conflicto bélico. 
Uno de esos hombres, el menos elocuente, no se sabrá ayudar en su argumentación de por qué él se merece los nike y comenzará a soltar puñetazos a cuantos pueda. Los demás, los patas grandes verán divertidos como sus compañeros de lucha se enfrascan en una batalla campal. El premio mayor: unos tenis nike robados de un muerto.
Sacarán sus teléfonos celulares de nueva cuenta para videograbar tan entretenida pelea. 
Hoy en día, eso todos lo sabemos, si no hay imágenes que demuestren los sucesos, estos prácticamente no sucedieron.

Se observa un campo algo abierto a las afueras de la ciudad (del lado derecho del cuadro, a unos quinientos metros comienzan los derruidos edificios), el camarógrafo, intentando mantener centrados a los protagonistas de la pelea, maneja el zoom de manera brusca, achica y agranda la perspectiva intentando mantener a todo el grupo de rijosos en cuadro. El que comenzó la pelea está ahora en el suelo, los demás alrededor suyo propinándole de patadas. El camarógrafo abre la toma lo más que le permite su teléfono, únicamente por eso se puede observar la estela proveniente de un edificio a las afueras de la ciudad. El objeto se acerca rápidamente, directamente. Los nike importan un carajo. El objeto hace contacto, una bola amarilla de fuego se percibe y después nada.

En twitter, una adolescente que, se puede decir pertenece al bando contrario, sube fotos una y otra vez, en bikini, en ropa de fiesta, mostrando escote y mandando besos. “Ojalá y mueran todas esas bestias malditas que han robando y profanando a nuestros difuntos. ¡Qué mueran! Los odio a todos” Cabello castaño, bikini azul, gran escote, mandando un beso a la cámara. No me fijé en el color de ojos.

30.5.14

¡Despierta que se va el tren!


Tuvo que salir por patas. El despertador no sonó. Mejor dicho, el despertador ya había sonado tres horas antes. Se levantó como un resorte. “No no no” pensó. Únicamente “no”. Una y otra vez. El plan que desde hacía tanto tiempo había construido comenzaba hoy. No se va a arruinar por una trasnochada que terminó en la mañana. “No, no, no.” El desayuno no existió, no había espacio ni tiempo para él. Si lo hubiera habido, el café hubiera salido volando por los aires por las prisas. La lengua se hubiera quemado por el intento de tomarlo a las carreras. Por eso ni lo hubo, había que concentrarse en lo primordial. Lo que había que organizar, ya estaba organizado. Únicamente había que seguir el plan, la lista. Fue algo que le resultó sencillo, aún en ese estado, desvelado y con resaca. “No no no” Una y otra vez. “Hoy de que me voy me voy, vale madres cómo.” En menos de veinte minutos tenía la maleta lista y estaba dispuesto a partir a ese viaje que había planeado con tanta antelación. Ver otras cosas, oler otros aires, buscar nuevas musas. Ampliar su mente y su horizonte. Viéndolo así, el viaje que comenzó hoy se ve prometedor: Si comenzó emocionante, emocionante será.

19.3.14

Terrateniente


Ahora tiene muchos amigos. Está solo en su habitación, como siempre. Pero ahora tiene muchos amigos. Nunca los ha conocido, y es de dudar que los vaya a conocer. ¡Pero tiene muchos amigos! En su pantalla aparece un número que va en aumento. Ya llegó hace tiempo a las tres cifras, y espera que pronto alcance los cuatro dígitos. Son más a cada hora. Se intercambian favores. Ese es el propósito de estas amistades, no hay nada gratis. Si tú me haces un favor yo te lo devuelvo. En seguida. Pero de a gratis nada, así no funcionan estas amistades. Si te guardas tus premios, tus regalías, o tus bonos o como quieras llamarle, bien por ti. Pero entonces no me sirves.

Está dispuesto a sacrificar su tiempo con tal de ayudar a sus amigos, si es necesario estará veinte minutos más ocupándose de las necesidades de sus amigos. Echándoles la mano, si les hace falta dinero o comida, puntos extra, lo que sea. Los veinte minutos se convertirán en algún momento en una hora. 
Ya ha alcanzado los cuatro dígitos. De la nada personas lo han comenzado a buscar, se comunican con él, le piden favores. Son cada vez más, él les dice que nada es gratis, que esos favores en algún momento deberán ser devueltos. Efectivamente muchos de aquellos que pidieron su ayuda le devuelven el favor. 
Se cree un benefactor. Le gusta imaginarse que con los “obsequios” que les hace a sus amigos está dándoles beneficios.

Su madre lo llama a comer, apenas ha regresado de la escuela y se ha sentado frente a la computadora. Tenía que revisar los avances que ha habido. ¿Quién me está pidiendo algo? ¿quién devolvió algún favor? Nadie.
La madre lo llama de nuevo: Ya deja esa computadora y vente a comer, que se va a enfriar. 
¡Ahorita!, responde, y nada más.
¿Qué carajos está pasando? Se pregunta, ¿por qué nadie ha dejado algo? Pinche bola de mugrosos malagradecidos. Me la van a pagar cabrones. Escribe: 

¿Qué pedo con ustedes bola de malagradecidos? ¿Creen que el apoyo que les di fue de a gratis? Van a ver culeros, me voy a encargar de que sus ranchos ardan y que pierdan todo lo que tienen. Voy a matar a sus animales uno a uno y me voy a adueñar de sus cosechas pinches perros mugrosos.
Recuerden nada es de a gratis.
Atte.  Santiago “el pollo” 


Horas antes había aparecido una notificación en Facebook. Por una causa ajena a nosotros la aplicación Farmville está experimentando problemas y se encuentra fuera de servicio.

22.1.14

Desahogarme


A lo largo del año pasado me fui preocupando cada vez más porque según transcurría el año, escribía en este blog cada vez menos. Pensé que tal vez debía cambiar mi estrategia de escritura, que debería de intentar redactar de forma más ligera, más fácil de digerir. Pensé que tal vez mi error es escribir con consciencia, intentar dejar siempre algo más después de la historia. Algo para reflexionar ¿tal vez? Simplemente no quiero caer en lo superfluo, eso es.

La verdad da igual si escribo más, o menos. De eso no vivo, estamos hablando que es mi pasatiempo, una pasión. Tal vez eso es lo más doloroso, que mientras menos escriba menos me divierto. 
Lo bonito de esto es que no se trata únicamente de una diversión, sino también de una terapia. Creando algo ficticio puedo desahogarme y deshacerme de fantasmas que me persiguen. Pienso que el año que terminó tuve que luchar con muchos de esos fantasmas. Con incertidumbre, con la soledad de vivir en un país que no es el propio, con las carencias tanto económicas como afectivas que de la migración resultan. Pero también el darte cuenta que aquel país que dejaste ya no existe.

Al escribir estas líneas no me pesan los aspectos personales, bien que mal mi situación ha cambiado para bien. Lo que no me deja tranquilo son todas esos sucesos de los que me entero a la distancia y únicamente en fragmentos. Soy mexicano y en ese país crecí. Es frustrante darse cuenta que el país está entrando en una guerra civil, no se puede decir de otra forma. Los últimos hechos no se pueden calificar de otra forma. El pueblo se ha armado en diferentes partes del país y detienen o expulsan a policías y soldados. La guerra contra el narco es aparte, pero el hecho de que el pueblo le haya perdido el respeto a las instituciones de tal forma que llegan a correr convoyes militares de sus comunidades es sorprendente y espeluznante al mismo tiempo. Espeluznante porque ha sido demasiado lo que esas comunidades han tenido que pasar como para llegar al extremo de armarse y luchar no únicamente contra los narcos sino que también para pasarse a las instituciones por los huevos. Y lejos de que la ciudadanía en general repruebe o muestre preocupación por estos avances, lo aprueba. En las redes sociales la voz popular aclama un ¡Bravo! ¡Bien hecho! ¡Ya era hora! Y es que el país está secuestrado. En todos lados se escuchan denuncias o advertencias sobre los nuevos métodos que ahora aplican los delincuentes para robar o extorsionar. Los ejecutados aparecen en todo el territorio. Y el gobierno no gobierna, únicamente se abastece a costa de los mexicanos, ellos y sus compadres.

Las autodefensas en Michoacán no se van a echar para atrás, no pueden. Si lo hacen esa bestia de podredumbre y corrupción que es el gobierno acabará con ellos. La pregunta es ¿que pasará en el resto del territorio? ¿Se contagiará así como se contagió en el 2012 de la fiebre del #yosoy132? Aunque queda claro que son dos aspectos totalmente distintos, aquellos soñaban con la vía pacífica y estos se defienden del fuego con fuego. Obvio que si ya no tienes que perder pelearás con todo. Si los narcos se llevan a tu hija y te la devuelven apenas cuando está embarazada, ¿te quedarías con los brazos cruzados? 
Simplemente al pensar en ese tipo de sucesos me preguntó ¿qué chingados voy a estar escribiendo “ficciones” ignorando lo que pasa en mi país? 
No sé, tenía que desahogarme. Este texto fue otra terapia, pero tan dolorosa, que me ahorré la diversión de crear una historia alrededor.   

17.11.13

Tierna historia de terror

Toda la noche había llovido. Hacía un ventarrón que aventaba las ramas del roble contra la ventana de la habitación. No podía dormir. Las gotas se estrellaban de pronto de forma violenta contra el cristal, para después volver a apaciguarse. En aquel entonces era estudiante, vivía para salir de fiesta los fines de semana. Y en ocasiones solía hacerlo igual entre semana, con tal de no perder la práctica. Los primeros semestres de la universidad los había pasado de noche, y esto en todo el sentido de la palabra. Pienso que aparte de la tormenta, eran también la deshidratación y la cruda de la fiesta del día anterior las que menos me ayudaban a conciliar el sueño. Un relámpago alumbraba la habitación. Uno, dos, tres, cua..... el trueno cimbraba el vidrio de la ventana. No tenía en aquel entonces cortinas, y nunca las tuve en esa casa. Miento, no era una casa, era simplemente una habitación que, de una u otra forma, me servía de hogar. Como fuera, no tenía cortinas y en ese hogar nunca las tuve. Prefería invertir el dinero que tenía en otras cosas: Comida, bebida, salidas, en ocasiones muy pero muy raras en ropa. ¿Cortinas? No, ¿para qué? En un futuro tal vez, pero aún no.
Otro relámpago. Uno, dos......... el trueno. Otro ventarrón y pareciera que fuerte granizo estrellándose directamente en la ventana. Las ramas siendo obligadas a bailar de arriba a abajo golpeando de vez en cuando la ya tan mencionada ventana. Un sobresalto mío, un instante de susto que se alarga pues el ruido agudo continúa. No lo pude identificar en seguida y por lo tanto se alargó más y un poco más. Me pareció una eternidad. Al darme cuenta de lo que se trataba me sentí ridículo. Aquí me estoy austando por el pinche teléfono, casi casi bailando del susto y la sorpresa. Tardé en encontrar el teléfono que estaba perdido en la habitación. Era tarde, no era común que me llamaran a esa hora. No reconocí el número, simplemente contesté.

Del otro lado de la línea únicamente se escuchaba un llanto, que al escuchar mi voz se volvió sollozo. “¿Sí? ¿quién habla? ¿Te puedo ayudar?” – “Dos meses… dos (sollozos) meses” – “¿Cómo? ¿dos qué?” – “Ten...... ten...... tengo dos ............dos….. tengo dos meses……(sollozos)” – “¿Quién habla?” – “Soy.......soy [insertar nombre femenino aquí].” 
Se me congeló la sangre. Ya no la recordaba. Hacía tiempo, sí, aproximadamente dos meses la había conocido en una fiesta, nos agarramos confianza y nos conocimos de pe a pa. Todo en una noche, bueno y parte de la mañana. Después habíamos perdido el contacto. Creo que se puede decir que los dos quisimos perderlo. Hasta esa noche, con tormenta y relámpagos. Recuerdo muy bien que no pude decir nada, perdí el habla. Me quedé congelado con el teléfono al oído, de la bocina salía el llanto de tu madre. De afuera se estrellaban las gotas contra la ventana, las ramas del roble danzaban dando chicotazos al cristal. Relámpagos y sus respectivos truenos que ahora me dejaban completamente indiferente. De ahí tengo una laguna mental, no sé qué le dije a tu mamá, solo recuerdo haber pensado que tenía que darle ánimos y ella me dice que lo hice, pero no recuerdo cómo. Después todo sucedió bastante rápido y ahora aquí estamos, celebrando tu llegada. Ay hijo, eres el mejor susto que me pudieron haber dado.