25.4.12

¿Qué piensas?


Así es como siempre comienzan este tipo de conversaciones que no son conversaciones: 
¿Qué piensas? – Nada. 
Nada de nada.
No se trata de una mentira, más bien de una verdad a medias. ¿Quién ha de poder ordenar la mierda que trae metida en la cabeza, acompañada del vacío que se expande en el pecho?
¿Quién?, ¿tú?, ¿eres capaz de ordenar de forma lógica todo ese remolino de dolores, arrepentimientos y tristezas?, ¿de formularlas en oraciones para transmitirle a los demás el estado deplorable en el que te encuentras?
Sí, ya sé preguntas y más preguntas. ¡Sí ya lo sé! No te interesa, es mi problema, yo me metí en esto y ahora a ver como salgo. Sí, es una maldita encrucijada entre razón y sentimientos. Tomaste una decisión que te daña a ti y a otra persona sumamente apegada a ti. Que estuvo sumamente apegada a ti, pero ya no, porque tú la alejaste.
Sí, es mucho tema para ti, más problemas para tus putos problemas. 
Entonces no preguntes. 
No preguntes si me ves sentado con la mirada perdida en la nada. Sí sé qué estoy pensando, sé qué estoy sufriendo, pero no se puede plasmar de forma lógica, en palabras, por eso me voy por el camino fácil.
¿Qué piensas? – En nada. 


15.4.12

Las palabras se las lleva el viento IV

Eso era lo único que les faltaba. Como si no fuera suficiente el tener que ir regalándoles jóvenes vidas al enemigo, ahora también tenían que hacerla de juez y verdugo con un traidor de sus propias filas.
Al amanecer habían hecho el reporte de la sospechosa desaparición de Ernesto Courrier ante el jefe de pelotón. La traición no fue lo que lo hizo explotar y clamar venganza, sino el hecho que se hubiera llevado el paquete consigo. El otro escurridizo, prácticamente no fue mencionado. Aquel que quedó recargado en el árbol, muerto.

A lo largo de los últimos meses de la guerra, gran cantidad de soldados se habían dado a la fuga, temerosos de la muerte y sus múltiples facetas.
Por lo general a los traidores no se les perseguía formalmente, si en dado caso se les encontraba les regalaban dos balas: una al corazón y otra a la cabeza.
Sin embargo, en el caso del escurridizo la situación era muy diferente, realmente no se interesaban en él, más que nada se quería recuperar el paquete perdido. Así es como a su antiguo escuadrón se le encargó la tarea de recuperación del paquete, también les mencionaron de manera fortuita que con el traidor hicieran lo que quisieran, siempre y cuando ya hubieran recuperado el paquete.
Esa era en verdad una tarea estúpida, buscar entre los cientos o miles de soldados de uniforme verde a aquel que recibió un paquete y se marchó con él, en lugar de llevarlo a sus superiores.

“¡Soldados! El tiempo apremia, no sabemos que es lo que este maldito traidor tenga planeado hacer con el material que se robó. Nos encontramos en un punto crucial de esta guerra. Como ya sabrán el paquete que tenían que recoger es parte de una nueva estrategia de inteligencia con la que habremos de infiltrar al enemigo y burlar el frente para poder mandar con éxito información a los mandos en nuestro territorio. Si este maldito Courrier se unió al enemigo, toda la operación está en peligro. Hay que encontrarlo antes de que le dé la información a algún mando importante. Hay que ser cuidadosos en extremo, ya que la operación es tan secreta que no se sabe en que consiste esta nueva estrategia. Nos teníamos que informar en cuanto recibiéramos el paquete, así que sean cuidadosos, porque realmente no sabemos lo que estamos buscando. Tráiganmelo rápido. ¡Buena suerte!”

Así, el escuadrón comenzó su misión después de escuchar las palabras del jefe de pelotón. Buscando las herramientas para tornar el destino de esa guerra que ya se había alargado de más. Más de tres años de lodo, balas, sangre y una que otra estrategia fallida.

CONTINUARÁ