8.8.10

Soy un cobarde

Sí, soy cobarde. Lo tengo que aceptar. ¿A quién le gusta hacerlo? ¿Quién se para frente al espejo para ofender el reflejo? “Eres un cobarde de mierda, una vergüenza.”
Yo. Lo hice hace unos momentos. Después de bañarme, me estaba rasurando frente al espejo, escuchando las noticias en la radio.
'Los daños causados en el Golfo de México aún no se pueden estimar del todo; tardarán años los trabajos de limpieza; ha sido un golpe irreparable al ecosistema de la región.'
No. Por ahí no va la cosa, no es que quiera hablar acerca de los daños hechos a nuestro planeta y de que tanto nos estamos envenenando poco a poco. Soy cobarde, ¿qué no lo dije? Prefiero ignorar todo, prefiero no pensar en ese tipo de temas, me esfuerzo por no reflexionar sobre los temas que no me afectan directamente. Pero sí, cambié la estación. Preferí escuchar música, lo malo es que escuché una canción romántica y me acordé de ti. Recordé aquella vez que nos conocimos, que platicamos y que nos vimos por última vez. Fue una sola vez. Todo en un mismo día. Seguí pensando en ti, recordándote, enterneciéndome por tus gestos que solo te vi en una sola ocasión.
Es por eso que llegué a la conclusión que ya te comenté: Soy un cobarde.
¿Cuántas veces no tuve el pedazo de papel en mis manos? Un panfleto cristiano que una señora nos había dado; de un lado la imagen del sagrado corazón, del otro tu bella letra escribiendo nombre y número telefónico. Cada vez que tenía ese trozo de papel en las manos te sentía más cercana a mí. Qué patético ¿no? Lo sé.
Cuantas veces me imaginé como sería nuestra conversación cuando te volviera a ver, que es lo que te diría para robarte una sonrisa, como te habría de conquistar. Y sin embargo, el tiempo pasó y no te buscaba, pero tampoco te olvidaba. Y el tiempo siguió pasando y, sí, en algún momento te olvidé. Crecí, o bueno, no sé si decir que crecí o envejecí, la verdad es que fueron ambos. Aquel soñador idealista se convirtió en un soñador quedado. Del adolescente se hizo un adulto. Yo seguí mi camino y tú el tuyo.
Fue hoy, hace unos momentos que una canción romántica de los noventas te trajo de nuevo a mi memoria. Sin terminar de vestirme busqué en mi cajón de la adolescencia aquél panfleto cristiano para, por fin, después de muchos años, llamarte y disculparme contigo por ser tan cobarde y no haberte buscado nunca...

...No hay problema, lo entiendo.... entiendo que no te acuerdes después de tanto tiempo... sí, sí, lo comprendo.... lo comprendo muy bien, tienes que llevar a tus hijos al colegio...

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