28.8.12

Sueño


Los párpados se deslizan, imposibles de controlar, lentamente se cierran, se vencen y no hay nada que se pueda hacer en contra. Por más que lo intente, los ojos cansados están buscando su oscuridad. 
Visiones escondidas entre cada parpadeo, los sueños que se salen de su costal, de su baúl secreto, esos elementos del subconsciente con los que se juega en los momentos de sueño profundo. Ahora ya están dispersos en el suelo de esa habitación. Un leve cabeceo, los párpados demasiado pesados para abrir de nuevo los ojos y ahí está: Toda esa estructura fantasiosa, esos colores vivos y atrayentes ahí están, frente a uno, frente a la mirada de uno que poco a poco querrá observar más de cerca y jugar con esos juegos somníferos. Un cabezazo contra la pared. Le sigue una lerda reacción, lo vistoso, lo atrayente y relajante desapareció. Ahí donde había colores y formas hay un vacío que poco a poco retoma la forma de la habitación, tan gris y monótona, de la cual uno quiere escapar. Si no uno, los ojos de uno se niegan a seguir observando esa monotonía. Un nuevo parpadeo y una pequeña visión de lo que podrá venir si uno está dispuesto a aceptarla: Una criatura amigable, probablemente compañera de la infancia, y una relajación profunda, esto interrumpido por un espasmo, la reacción normal del cuerpo al darse cuenta que comienza a dormir en un lugar en el que no se debe. Una oficina, un cuarto de espera, un auto. Las risas de niños, que uno no podrá ubicar. ¿Se trata de parte del juego o se encuentran esas risas en esa zona que uno quiere abandonar? Las risas se repiten y se les crea algo, una imagen, una situación amena a esas risas. Se crean figuras las cuales son responsables de reír. Uno las conocerá, quizá hasta sea uno mismo el que las suelte, claro en nuestro juego. Fantaseando, recordando. De pronto un timbre que revienta todo el mundo en el que se está sumergido y se escucha por un altavoz: “Señor Fernández, el doctor lo está esperando.”  
Los dos niños dejarán de reír, ya no tienen el entretenimiento de aquel que se estaba durmiendo en el cuarto de espera.

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